Un equipo internacional de científicos ha
descubierto la primera evidencia de una especie no-humana que cultiva
plantas con un objetivo distinto al de la alimentación. Se trata del ave
de emparrado (o de gabinete), que utiliza frutas como decoración en sus
exhibiciones sexuales.
Según se destaca en el trabajo, publicado en 'Current Biology',
los investigadores descubrieron que los machos disponían de un número
inusualmente alto de plantas frutales creciendo alrededor de sus
enramadas, y utilizaban estos frutos con el fin de atraer a las hembras.
En este sentido, los científicos no creen que las aves de
emparrado cultiven las plantas intencionadamente: es más probable que
éstas crezcan en torno a sus enramadas, como resultado de la recolección
de frutos para su visualización.
Originarias de Australia y Papua Nueva Guinea, las aves de
emparrado son bien conocidas por su singular comportamiento de cortejo,
que consiste en la construcción de enramados ornamentados: los machos
reúnen objetos de colores brillantes, con el fin de atraer a las
hembras.
El equipo de investigación observó a las aves de emparrado en el
Parque Nacional Taunton, en Queensland (Australia), notando un mayor
número de plantas Solanum ellipticum, o arbusto de la patata, en las
enramadas de las aves, que en otros lugares -estas plantas son
llamativas, tienen flores de color púrpura, y frutas de color verde. La
investigación mostró que las aves no seleccionaban lugares con un alto
número de las plantas, sino que las cultivaban en torno a sus enramadas.
Los nidos con muchas frutas son especialmente atractivos para las
exigentes hembras, así que los machos recogen frutos para decorarlos,
pero cuando éstos se estropean, los desechan, lo cual da lugar a
semillas que germinan en el suelo, alrededor del nido.
Las aves de emparrado limpian el área alrededor del nido de
hierbas y maleza, por lo que crean la condición ideal para que las
nuevas plantas germinen. Las aves de emparrado macho pueden mantener una
enramada en el mismo lugar, durante un máximo de diez años,
beneficiándose de las plantas que han ido creciendo alrededor.
Los investigadores observaron que el comportamiento del ave puede
conducir a un cambio en el aspecto de los frutos. Los frutos de las
plantas cercanas a los nidos eran un poco más verdes que los de otras
plantas, y los científicos creen que esto se debe a que los machos
prefieren este color, al de otras frutas.
Europa Press
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